Ser
joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica, dijo
Salvador Allende. Y es que la historia venezolana y la historia latinoamericana
tienen entre sus páginas más gloriosas gestas y luchas que han tenido como
protagonistas a los jóvenes. La
radicalidad, la rebeldía, la irreverencia, el coraje y la entrega juvenil
dejaron su huella en las luchas independentistas de nuestros pueblos contra la
Corona Española, en las luchas de liberación nacional contra el imperialismo,
en las luchas sociales y guerrilleras por la construcción de una América distinta
y en las luchas que actualmente los jóvenes desarrollan desde los liceos y
universidades, el campo, los barrios, los cuarteles, los centros de trabajo, la
cultura y el arte.
Cómo
olvidar al joven Bolívar luchando por la Independencia Americana y, antes que
él, al joven Lautaro derrotando al Imperio Español; cómo olvidar al joven
Ernesto Guevara combatiendo por todo el continente, o a la joven Livia Gouverneur cayendo por sus
ideales; cómo olvidar el grito de Córdoba, a los estudiantes de Tlatelolco o al
joven Hugo Chávez conspirando y organizando almas desde el ejército. Son solo
algunos ejemplos, pero de algo estamos claros: la sangre rebelde y
revolucionaria corre por la sangre de los jóvenes latinoamericanos.
En
estos días, cuando se conmemora un aniversario más de la Batalla de la
Victoria, cuando cientos de estudiantes al mando de José Félix Ribas derrotaron
a las fuerzas realistas, queremos recalcar el rol protagónico que deben tener
los jóvenes en la Revolución Bolivariana.
El
Imperio y la oligarquía criolla parasitaria sabe muy bien que la juventud
venezolana aquella que participó de las luchas independistas, la que acompañó a
Ezequiel Zamora, la que derrocó a Pérez Jiménez, la que se lanzó a la lucha
guerrillera, la del Caracazo, la que acompañó al Comandante Chávez, es fuente
de rebeldía. Es por esto que desde hace años viene desatando la más infame de
las estrategias para acabar con su ímpetu libertario. Usando los medios de
comunicación y el enorme aparato ideológico-cultural en sus manos, ha venido
inculcando en la juventud venezolana, especialmente en los sectores populares,
una cultura basada en el consumismo, el individualismo y la violencia; una
verdadera cultura que exalta al pillo y al narcotraficante. Esto con el fin de
enajenar y violentar a la juventud, para que prefieran estarse matando unos a
otros a estar organizándose para aportar en el proceso de construcción
socialista. Esto, sumado a la violencia dirigida y orquestada por la reacción,
es uno de los principales factores que explican que sean los jóvenes las
principales víctimas y protagonistas de la criminalidad y la violencia, y que
generaciones enteras se pierdan bajo la sangre de las balas.
Por
otra parte, esta cultura lleva consigo un blanqueo de la historia, es decir,
hacer creer que todos los logros traducidos en beneficios sociales siempre
estuvieron allí y no fueron fruto de estos años de lucha. A la juventud que
nació en Revolución los oligopolios mediáticos poco les dicen sobre lo que
había antes de Chávez y pretenden encausar toda la rebeldía juvenil hacia el
rechazo y el combate al gobierno. Es mas, estar en contra del chavismo se ha
convertido en una moda en ciertos sectores, sobretodo de clase media hacia
arriba. Son estos jóvenes los que están siendo lanzados en estos días como
carne de cañón por la oligarquía, la que espera que otros arriesguen sus vidas
para ella terminar cosechando los frutos.
La
juventud rebelde es aquella que está levantando consejos comunales y comunas,
la que se emplea en las empresas socialistas, la que crea una nueva cultura
urbana y callejera, la que desarrolla medios de comunicación alternativos, la
que trabaja el campo para defender la soberanía alimentaria, la que estudia
para contribuir al progreso de la patria, la que participa de las fuerzas
armadas para defender la soberanía nacional. Esa es juventud rebelde, no
aquella que dirigida desde los cómodos salones de Fedecaramas, Consecomercio,
Venacham, Conindustrias, Fedeagro o los partidos de la MUD, sale a la calle
para desatar el odio y la irracionalidad.
La
cultura socialista es una cultura de la paz y el respeto, de la solidaridad y
la ética, no los antivalores que la oligarquía y el imperialismo tratan de
imponer a los jóvenes venezolanos. La batalla de la juventud debe ser una
batalla contra esa cultura, contra esos mecanismos y sentidos comunes impuestos
que vician a la sociedad. Debe ser una batalla para combatir el odio impuesto
por aquellos que han visto amenazados sus privilegios. Una batalla que se da
con ideas, con la creación de una nueva cultura, con la movilización en la
calle, la defensa de las conquistas, la crítica irreverente pero constructiva y
la apropiación de los espacios. Es una batalla también contra el
adultocentrismo, contra aquellas visiones también presentes muchas veces en
nuestro liderazgo formal, que ven a lo “juvenil” simplemente como algo
pintoresco, como un entretenimiento para actos y conmemoraciones o como masa
para las manifestaciones pero no como algo que tiene vida propia y aportes
esenciales para profundizar el proceso revolucionario.
En
la batalla que nos ha tocado dar, que hoy en día se desenvuelve principalmente
en el campo económico, los jóvenes tienen un papel protagónico; deben ser la
energía y motor en el combate contra la oligarquía y la sedición y también en
la construcción del Poder Popular y de una nueva cultura que rompa con el
conservadurismo cultural capitalista enajenante que aun prevalece.
Es
una batalla larga, pero, como dijo José Félix Ribas aquel 12 de febrero de
1814, “ni aun podemos optar entre vencer o morir: ¡necesario es vencer!”.
¡CHAVISMO ES COMUNA O NADA!
¡CON MADURO UNIDAD PATRIOTICA
Y REVOLUCIONARIA!
No hay comentarios:
Publicar un comentario